Mostrando entradas con la etiqueta Mujeres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mujeres. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de diciembre de 2018

Cuando reinventarte no es una posibilidad, sino tu única opción



Por @roxpsicocreando


Revisando esta semana el muro de mi instagram, me encontré con una imagen que contenía una pregunta muy provocadora:

¿Cuándo sabes que llegó la hora de un cambio en tu vida? 

Y digo provocadora, porque de tan solo leerla no pude evitar recordar aquellas ocasiones en que mi vida se tornó crítica, empujándome a hacer cosas que cambiarían el rumbo de mi existencia.

Respondiendo a la pregunta, diría que sé perfecto cuando es momento de darle un giro a mi vida. Cuando me siento agotada, cuando siento que nada alrededor tiene sentido, cuando mi creatividad deja de fluir, cuando nada me inspira, cuando siento que los días me pasan de largo, cuando me sofoca lo cotidiano, cuando me apresa la costumbre, cuando me doy cuenta que me he encarcelado en la rutina, en conclusión cuando me siento muerta en vida.

¿Te ha sucedido?
¿Te has sentido así algunas veces? 

Intuyo que sí. Y es bastante desagradable sentirse así. Es como estar en la periferia de un huracán, totalmente sacudida y con el rumbo extraviado, como estar a la deriva en el inmenso océano existencial. Incluso se siente en el cuerpo, se siente muy poquita energía para hacer las cosas del día, ocurren muchas noches de insomnio porque cuesta conciliar el sueño, el pecho se siente contraído como una pasa seca, duele la cabeza de tanto enredo mental, se pierde el apetito o por el contrario comemos compulsivamente por tanta ansiedad, total que el cuerpo comienza a dolerse y a enfermarse de todo.

Y entonces llega el momento crítico, ¡despiertas un día y te das cuenta! 

Y cuando una se da cuenta, cuando se es profundamente consciente del sin sentido, se siente como una epifanía. Caen los veintes como una lluvia torrencial, y es entonces cuando se está dispuesta a hacer lo que sea necesario para salir de esa fatal realidad. Es entonces cuando nos damos cuenta que reinventarnos no es una alternativa, sino la única opción. 

Pero, ¿por dónde empezar?
¿Cómo comenzar la labor titánica de reinventarte?

Hacerte de momentos a solas para sincerarte contigo misma, es un buen comienzo. Confesarte sin tapujos, aceptar que eres responsable del lugar donde estás -por acción u omisión-, y sin compadecerte ni sentirte lástima, es un buen avance. Hurgar los cajones de tu vida (como si se tratara de los compartimentos de un clóset) para elegir lo que se queda y lo que se va, es estrictamente necesario.

Asegurarte que las acciones que pretendes realizar va a transformar el fondo de tu existencia y no solo la forma de tus circunstancias, debe ser la piedra filosofal de tu gran plan. Porque puede ocurrir que termines una relación de co dependencia con “X”, para simplemente comenzar otra de la misma naturaleza, pero con “Y” o “Z”.

Lo verdaderamente trascendente, es que reinventarte te implique una transformación de raíz, y no solo una poda de las hojas. Si eso implica desaprender lo aprendido, lo sueltas. Si eso implica acuñar nuevas creencias y visiones, lo haces. Si eso implica transformar hábitos, lo experimentas. Si eso implica sentir vacíos, los enfrentas. Si eso implica quebrantar los límites, te arriesgas. Si eso implica ser criticada por ser distinta, lo comprendes. Si eso implica recursos y tiempo, los consigues. Si eso implica dejar de ser la que eras, lo aceptas.

Es entregarte apasionadamente a este propósito, sin dudas ni medias tintas. Es enfocarte en este propósito, como si te estuvieses jugando la vida en ello. Es empoderarte como nunca antes, del timón y del rumbo de tu existencia.

Es hacer todo lo que sea necesario porque sabes con certeza,
que reinventarte ya no es una alternativa, sino tu única opción.



Nota Importante
Este artículo es de mi autoría, y ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos www.saludprimero.mx

jueves, 13 de diciembre de 2018

Si nos atrevemos a soltar




Por @roxpsicocreando


Hace mucho tiempo aprendí que la madre naturaleza está llena de aprendizajes. Que basta observar todo lo que sucede con los ciclos de la tierra, con los animales, con las plantas, con los elementos como el agua y el fuego, para comprender que ahí hay lecciones de vida trascendentes.

A propósito de los ciclos de la tierra, ¿has observado que en el otoño, las hojas caen de los árboles y tapizan de color marrón las calles?

Técnicamente en otoño la intensidad de la radiación solar empieza a bajar, es decir hay menos horas de luz solar, y el suelo está expuesto a temperaturas bajas que dificultan la captación de agua y nutrientes por parte de las raíces. Estas condiciones hacen que los árboles no puedan llevar el proceso de la fotosíntesis, se detiene la producción de clorofila, y es la causa de que las hojas caigan de las ramas porque no tienen nutrientes para sostenerse. Podríamos decir que las hojas caen cuando han cumplido su ciclo de vida.

Si algo caracteriza al otoño es el arte de SOLTAR. Este ciclo de la tierra nos enseña que sin hacer esfuerzo alguno, una hoja del árbol cae porque se ha terminado su ciclo de existencia. Y de la misma forma sucede en la vida humana, lo que ya no puede sostenerse, sencillamente cae por su propio peso.

¿Te has dado cuenta de eso?
En este momento te invito a reflexionar, ¿cuántas circunstancias y relaciones de tu vida ahora mismo ya no pueden sostenerse, sencillamente porque se terminaron los nutrientes?

Nutrientes como el amor, el tiempo, la conciencia, el perdón, la solidaridad, la creatividad, la paciencia, la empatía, la libertad, el respeto, el agradecimiento, la sincronía, la sororidad, la escucha sin crítica, las risas, las caricias, los abrazos, los orgasmos; y la lista puede ser infinita. Pero sin los nutrientes necesarios, sencillamente no hay forma de sostener una experiencia o una relación.
En el mejor de los casos nos damos cuenta que como ya es insostenible, elegimos voluntariamente cerrar el ciclo y despedirnos. Pero, ¿cuántas veces nos ha sucedido que nos aferramos, por el miedo de perder?

Nos aterra sentir el hueco que quedará en nuestra vida por esa ausencia. Nos paraliza tan solo la idea, de pensar que nuestra vida se transformará radicalmente si soltamos. Sin importar de lo que se trate; una relación amorosa, una relación laboral, una relación de amistad, una relación familiar, o cualquier circunstancia de vida; soltar puede resultar realmente aterrador y desolador.

Y en todo caso comprendería perfecto tu sentir, porque dejar ir algo es como morir. Y no estamos habituados a aceptar la muerte, porque nuestros apegos lo complican todo. Y entonces al sentirnos imposibilitados, solo queda la opción de aferrarnos. Claro, con todas sus consecuencias.

¿Tú te imaginas al árbol aferrándose a las hojas?
Por supuesto que no, ¡sería absurdo!

Y así de absurdo es sostener lo insostenible. La sabia infinita de la madre naturaleza, nos recuerda que la vida está hecha de ciclos. Que soltar es necesario, para que esos ciclos puedan hacer su tránsito evolutivo.

Hacer el espacio para que algo nuevo se manifieste es vital, y eso solo ocurre si nos atrevemos a soltar.

Nota Importante
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos www.saludprimero.mx

Las 8 revelaciones que todas las mujeres deben saber de sí mismas


Por @roxpsicocreando

1. La fraternidad es al hombre, como la sororidad es a la mujer. Sororidad, deriva del latin “sor” que significa hermana, es decir hermandad entre mujeres. La sororidad es una propuesta de cultura que promueve fortalecer los vínculos entre mujeres, y de ésta forma desmitificar aquél dicho popular de “mujeres juntas ni difuntas”.

2. El sol es al hombre, como la luna es a la mujer. Arquetípicamente, la luna es el simbolo femenino del universo, relacionado con la intuición y la sensibilidad. De hecho, dicen las abuelas sabias que para saber cómo se relaciona un hombre con las mujeres de su vida, hay que preguntarle su opinión acerca de la Luna. La percepción que tenga de la luna, es directamente equivalente a la percepción que tiene de “la mujer” y “lo femenino”.

3. En las culturas ancestrales, a la menstruación se le llamaba “Luna”. Diana Fabianova, escribió y produjo dos cortometrajes en los que retoma esta sabiduría ancestral. “La Luna en Ti” donde desmitifica todo lo negativo de la menstruación en las mujeres adultas, y “Tu Primera Luna” (Moonthlies), donde refleja el impacto de la primera menstruación en las adolescentes, y la importancia de recuperar los rituales ancestrales para celebrar su llegada.

4. Existe una alternativa ecológica y amigable con nuestros cuerpos, para experimentar con mayor plenitud nuestros ciclos menstruales. Se llama “copa menstrual”, y es el sustituto de la toalla femenina y los tampones. La copa menstrual está elaborada de silicón quirúrgico, y sirve para recolectar la sangre menstrual. Las mujeres desechamos 11,000 tampones y toallas en promedio, que acaban contaminando la tierra y las aguas de nuestro planeta. Además de tardar muchísimos años en degradarse. La copa menstrual evita todo este deshecho, además de promover que las mujeres tengamos más contacto con nuestro cuerpo. Las mujeres que ya la utilizamos, aprovechamos la sangre menstrual recolectada para abonar nuestros jardines y plantas, ya que las células madre que contienen son un alimento muy nutritivo para la tierra. Y a este acto de entregar nuestra sangre menstrual a la tierra, se le conoce ancestralmente como “ofrendar la luna”.

5. No es casualidad que Matriz, Menstruación, Maternidad y Menopausia se escriban con “M” de Mujer. La menstruación, la maternidad y la menopausia, son tres rituales de iniciación arquetípica que una mujer experimenta y que significan un tránsito de evolución en la dimensión física, mental, emocional y espiritual de su ser. Estas experiencias de iniciación solo suceden a través de la matriz, por lo tanto solo nos suceden a las mujeres. En este sentido, nuestra matriz representa el centro energético de poder y sabiduría femenino.

6. El ciclo menstrual se caracteriza por el transitar de cuatro fases (menstruación, pre oculación, ovulación, y pre menstruación), y existe una relación directamente proporcional con las cuatro fases de la Luna y la Madre Tierra.

Menstruación/Luna Nueva/Invierno
Pre Ovulación/Luna Creciente/Primavera
Ovulación/Luna Llena/Verano
Pre Menstruación/Luna Menguante/Otoño

Por eso las mujeres somos más conscientes de los ciclos de la naturaleza, porque desde que comenzamos a ser menstruantes, nuestro útero experimenta literalmente esos ciclos.

7. La sabiduría ancestral nos comparte que el uso de la falda permite que las mujeres tengamos una conexión directa con la Madre Tierra a través del canal energético que representa nuestro útero, y el uso del pantalón bloquea esta conexión. Sin esta conexión, las mujeres nos desarraigamos de la conciencia de nuestra naturaleza, y como consecuencia de lo sagrado femenino. Por eso es elemental que las mujeres recuperemos el uso de la falda y los vestidos.

8. En la sabiduría ancestral, “La Bruja” no es la anciana fea y mala de los cuentos que envenena con una manzana. Por el contrario, “La Bruja” es el arquetipo de la anciana sabia que habita en nosotras. La imagen de la bruja con el caldero, representa la virtud que tenemos las mujeres para ver hacia al interior de nosotras mismas. De hecho, el potencial creador de “La Bruja” se empodera durante los días menstruantes, y llega a su máxima plenitud con la llegada de la menopausia. Por eso las mujeres en edad plena, son consideradas las más sabias de la comunidad, y las que guían a las generaciones jóvenes venideras.

Nota Importante
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos www.saludprimero.mx

viernes, 23 de noviembre de 2018

Aunque la mona se vista de seda


Por @roxpsicocreando

“Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, es una frase popular que alude la creencia que una persona no puede transformar su condición, por el simple hecho de vestirse o ataviarse de una forma particular.

Esta frase popular se ha hecho viral en las redes sociales, y se suma a la tendencia de ataques xenofóbicos en contra de Yalitza Aparicio, una joven indígena oaxaqueña de 24 años, por aparecer en la revista Vanity Fair de EUA vestida de Louis Vuitton, Gucci y Prada. Los protagonistas que encabezan las críticas, argumentan que su origen indígena la hace indigna de vestir ropa de prestigio.
Yalitza, quien estudió para ser maestra de preescolar, fue elegida personalmente por Alfonso Cuarón para protagonizar su más reciente filmografía “ROMA”. En esta cinta, ambientada en los años setentas, Cuarón narra la historia de Cleo (Yalitza Aparicio), la criada indígena de una familia burguesa en la Ciudad de México.

Pero, ¿por qué Yalitza se ha convertido en el foco de atención de los medios de comunicación internacionales?
Simple, porque su historia narra a un nuevo arquetipo de mujer exitosa!

Una joven morena que vive en circunstancias apremiantes de vulnerabilidad social (por ser mujer, por vivir en una zona rural, por ser pobre, y por ser de aspecto indígena), salta a la fama internacional por puro mérito propio. Su desempeño histriónico en la película ROMA ya le ha valido el galardón al mejor nuevo talento en los Hollywood Film Awards, y tiene grandes posibilidades para quedarse con el reconocimiento de la mejor actriz en la próxima edición de los premios Oscar.

En un contexto donde grandes masas humanas están migrando en distintas partes del mundo, con el anhelo de encontrar mejores condiciones de vida, Yalitza Aparicio surge como un ícono de auto realización. Ella representa el talento genuino abriéndose camino, con un carácter fresco y sin ser precisamente su intención, ha colocado en la discusión colectiva temas como el clasismo, el racismo, la xenofobia, la inclusión social, los derechos humanos de las personas indígenas y migrantes, la equidad de género, y los estereotipos sociales de la fama y el éxito.

Cuando volteo a ver todos esos tuits y publicaciones de descalificación hacia Yalitza, de inmediato me viene esa frase popular de mi sabia abuela que decía “Cuando Teresa habla de María, se sabe más de Teresa que de María”. Así que sonará a un gran escándalo, pero tanta descalificación no es otra cosa, más que la proyección de la apreciación que cada persona tiene de sí misma.

Y yo, ¿qué opino de Yalitza Aparicio?

Es una joven admirable, totalmente merecedora de esta oportunidad de auto realización que está experimentando. La vida le está haciendo justicia. Honro a sus antepasados ancestrales y a su linaje. Honro su biografía, y celebro la red de sincronías y causalidades que la han llevado a la realidad donde ahora está. A través de ella muchas minorías podrán tener voz, e intuyo que para este momento ya está inspirando a millones de jóvenes y mujeres adultas en el planeta, a trascender sus complejos y a visionar sus anhelos.

Yalitza es un arquetipo femenino inspirador.

“Y si Yalitza se viste de seda, es porque está lista para brillar”.

Nota Importante
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos "Salud primero...y amor".
www.saludprimero.mx

jueves, 8 de noviembre de 2018

La belleza de la sabia


Por @roxpsicocreando


En una cultura occidental donde la belleza se relaciona directamente con la juventud, pareciera que ser joven es suficiente para ser considerada bonita.

Pero, ¿y si ser joven no es suficiente?

Así dije en muchos momentos de mi vida “soy joven, pero eso no me alcanza”, pues los años de juventud de ese entonces no me garantizaban la experiencia para tomar decisiones más sabias en la vida.

Recuerdo que en mi época universitaria había momentos en que mi juventud me estorbaba, porque deseaba parecer más madura de aspecto para hacer valer mi palabra ante un auditorio. Y así me sucedió muchas veces, sentía que ser joven y bonita me era insuficiente para vivir la vida que quería, porque yo quería una vida donde siendo joven de edad también quería tener sabiduría.

Pero para ser sabia tenía que acumular años de experiencias y eso implicaba dejar de ser joven, y si dejaba de ser joven entonces corría el riesgo de dejar de ser bonita, ¡¡¡Ups, que dilema!!!

Ante esta lógica parecía atrapada en un túnel sin salida, pues todo parecía indicar que no podía tener los beneficios de la juventud y de la madurez al mismo tiempo. Y para colmo, los estereotipos de belleza de los medios de comunicación y publicidad que deambulaban por todos lados, me recordaban que envejecer era lo más terrible que le podía suceder a una mujer. Aunque claro, esos mismos medios nos vendían los remedios infalibles: las cremas antiarrugas, las empolletas anticelulitis, los tintes de pelo, las sesiones de botox, y las cirugías plásticas para arreglar cualquier parte del cuerpo avejentada por el paso del tiempo.

Ardua labor tenemos las mujeres, para liberar a nuestros cuerpos, nuestras mentes, y nuestros espíritus del dominio de los estereotipos de belleza. Es tan provocador lo que la publicidad masiva hace con el cuerpo femenino, al privilegiar la eterna juventud y la extrema delgadez, que cualquier aspecto opuesto a estos dos criterios es castrado con todo el rigor.

Ya lo dijo la psicoterapeuta Susie Orbach (autora de “La tiranía del culto al cuerpo”, ¿Qué quieren las mujeres?, y “Come lo que te pida el cuerpo”), “hemos machacado tanto a las mujeres con ésta visión única del cuerpo, que hemos creado una inseguridad y una ansiedad respecto al cuerpo que en los adultos presenta niveles de epidemia”.
O como lo ha dicho Eve Ensler (dramaturga y activista social, autora de “Los Monólogos de la Vagina”), “una de las cosas más radicales que una mujer puede hacer, es amar su cuerpo”.

Para mi fortuna, con la conciencia del paso del tiempo se cumplió mi anhelo de juventud, recolectar los años que necesitaba para ser sabia!

Hoy tengo 43 años, y la sabiduría me alcanza para aceptar mis arrugas y canas con dignidad, es la conciencia de mi edad la que me inspira ahora a cuidar mi cuerpo como nunca antes. Hoy sé que no necesito un vientre plano o una piel libre de estrías para lograr éxitos. Me liberé de la ansiedad de pesarme en la báscula. Dejé de ver a mi cuerpo como algo ajeno a mis emociones, y me di cuenta que es mi estado emocional el que afecta a mi cuerpo. Que cuando mi cuerpo se enferma, es porque no atendí o no libere a tiempo, una necesidad emocional. Ahora más que preocuparme en cuanto pesa mi cuerpo o que talla es, me ocupo en que mi cuerpo se sienta bien. Hoy la sabiduría me alcanza para comprender que la belleza es un estado de la conciencia, en el que apreciamos todas aquellas cosas que nos dan bien estar.

En la profunda conciencia de que existen los “cuerpos sin edad” y las “mentes sin tiempo”, estoy convencida que la belleza aflora con la sabiduría de los años. Y el cuerpo es el hermoso vehículo que nos lo hace notar.

“La verdadera belleza, es la belleza de la sabia”

Nota Importante
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos "Salud primero...y amor".
www.saludprimero.mx