A veces ahí estamos, en un momento en el que la relación se
pone tensa…
Esa tensión que sabe amarga y que surge cuando la perspectiva
de la realidad de uno es diametralmente diferente a la perspectiva de la realidad del otro…
Entonces se teje una conversación entrelazada de “dimes y
diretes” que básicamente son la expresión de los argumentos que cada quien
consigue para hacer valer su perspectiva…
Y de pronto los hilos de esa conversación comienzan a
enredarse de tal manera que se convierte en una masa crítica sin sentido donde
cada uno defiende su punto de vista y quiere convencer al otro de la validez de su opinión…
Los ojos lloran, la voz se altera, la piel se eriza, los
músculos se tensan, el estómago cruje, el rostro hace muecas, y las manos
parlotean…
Y puede suceder que el pecho se expanda porque el corazón se quiera expresar, y si caemos en cuenta y nos sensibilizamos con esta sensación peculiar es
inevitable abrirnos a la VERDAD, y solo así le damos un nuevo sentido a la experiencia cuando dejamos de argumentar la lógica
con maña para expresar puros sentimientos de entraña…
A veces ahí estamos, en un momento en que la VERDAD nos
reconcilia con el ser amado…
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