Por @roxpsicocreando
Hace mucho tiempo aprendí que la madre
naturaleza está llena de aprendizajes. Que basta observar todo lo que
sucede con los ciclos de la tierra, con los animales, con las plantas,
con los elementos como el agua y el fuego, para comprender que ahí hay
lecciones de vida trascendentes.
A propósito de los ciclos de la
tierra, ¿has observado que en el otoño, las hojas caen de los árboles y
tapizan de color marrón las calles?
Técnicamente en otoño la intensidad de la
radiación solar empieza a bajar, es decir hay menos horas de luz solar,
y el suelo está expuesto a temperaturas bajas que dificultan la
captación de agua y nutrientes por parte de las raíces. Estas
condiciones hacen que los árboles no puedan llevar el proceso de la
fotosíntesis, se detiene la producción de clorofila, y es la causa de
que las hojas caigan de las ramas porque no tienen nutrientes para
sostenerse. Podríamos decir que las hojas caen cuando han cumplido su
ciclo de vida.
Si algo caracteriza al otoño es el arte
de SOLTAR. Este ciclo de la tierra nos enseña que sin hacer esfuerzo
alguno, una hoja del árbol cae porque se ha terminado su ciclo de
existencia. Y de la misma forma sucede en la vida humana, lo que ya no
puede sostenerse, sencillamente cae por su propio peso.
¿Te has dado cuenta de eso?
En este momento te invito a
reflexionar, ¿cuántas circunstancias y relaciones de tu vida ahora mismo
ya no pueden sostenerse, sencillamente porque se terminaron los
nutrientes?
Nutrientes como el amor, el tiempo, la
conciencia, el perdón, la solidaridad, la creatividad, la paciencia, la
empatía, la libertad, el respeto, el agradecimiento, la sincronía, la
sororidad, la escucha sin crítica, las risas, las caricias, los abrazos,
los orgasmos; y la lista puede ser infinita. Pero sin los nutrientes
necesarios, sencillamente no hay forma de sostener una experiencia o una
relación.
En el mejor de los casos nos damos cuenta
que como ya es insostenible, elegimos voluntariamente cerrar el ciclo y
despedirnos. Pero, ¿cuántas veces nos ha sucedido que nos aferramos,
por el miedo de perder?
Nos aterra sentir el hueco que
quedará en nuestra vida por esa ausencia. Nos paraliza tan solo la
idea, de pensar que nuestra vida se transformará radicalmente si
soltamos. Sin importar de lo que se trate; una relación amorosa, una
relación laboral, una relación de amistad, una relación familiar, o
cualquier circunstancia de vida; soltar puede resultar realmente
aterrador y desolador.
Y en todo caso comprendería
perfecto tu sentir, porque dejar ir algo es como morir. Y no estamos
habituados a aceptar la muerte, porque nuestros apegos lo complican
todo. Y entonces al sentirnos imposibilitados, solo queda la opción de
aferrarnos. Claro, con todas sus consecuencias.
¿Tú te imaginas al árbol aferrándose a las hojas?
Por supuesto que no, ¡sería absurdo!
Por supuesto que no, ¡sería absurdo!
Y así de absurdo es sostener
lo insostenible. La sabia infinita de la madre naturaleza, nos recuerda
que la vida está hecha de ciclos. Que soltar es necesario, para que esos
ciclos puedan hacer su tránsito evolutivo.
Hacer el espacio para que algo nuevo se manifieste es vital, y eso solo ocurre si nos atrevemos a soltar.
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal de contenidos www.saludprimero.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario